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Diario digital Buenos días Cañete, 27 marzo 2024

DESDE CAÑETE PARA EL MUNDO

jueves, 13 de diciembre de 2007

LA PAGINA DE ANTONIO RUIZ

SUPERVIVIR CON DIGNIDAD
Desde Wisconsin
Escribe: Antonio Ruiz
Con esta página quiero abrazar y ofrecer mi respeto a todos los hermanos hispanoamericanos que traspasando las fronteras de sus respectivas patrias han llegado hasta estas lejanas tierras de la Unión Americana .

Particularmente, a quienes ya tienen sus familias asentadas en las diversas ciudades y están echando raíces con sus hijos.
Mi abrazo y mi respeto a todos; pero, excepcionalmente, a la inmensa mayoría de hermanos mexicanos, que prefirieron el camino del sacrificio, de la lucha y decidieron no quedarse a vivir con las miserias que generan las malas administraciones políticas, ni soportar las consecuencias de las inconductas de quienes mal usufructúan el poder en su patria.

Vinieron y están acá con dignidad, con honor; echándoles ganas para mejorar; y no están de ahora, sino de muchísimos años atrás.
Qué hermoso es verlos, laborando, desafiando todo, con el ideal de ganar un dinero sano, limpio, el dinero producto de un trabajo.
Todos los que hemos salido de nuestras patrias, por razones y motivos diversos, nos convertimos en emigrantes; y al llegar al nuevo país, al país receptor, en típicos inmigrantes.
Primero vino un miembro de familia, o más, dejando al papá, la mamá, hermanos y demás familiares; y obviamente a los amigos.
Sea la forma, modo, y circunstancia, quien o quienes hayan venido primero, o después, todos, nos encontramos ahora dentro de este hermoso, complejo y riesgoso fenómeno de la migración, que para muchos es desconocido.
Estamos acá, otros en diferentes países; y, cada cual, con un drama singular.
Cada cual sabe como realizó su etapa preparatoria para el viaje, cómo ayudaron los miembros de la familia, los amigos; cómo fueron los contactos, en el caso de quienes rebasaron la frontera por tierra.
Nos imaginamos las tensiones, las emociones, las euforias, las tristezas vividas por los familiares, amigos, vecinos etc.
Todo un cúmulo de vivencias que cada cual guardará en su memoria hasta el día de su muerte.

Asimismo del período en que realizó el acto mismo de la travesía; y lo que tuvo que hacer para no ser detectado por la “migra” en el caso de haber cruzado la raya sin la ansiada visa, ya sea por el río o cruzando el desierto.

Llegar a un país diferente, es someterse a un estrés migratorio del que muchísimos no nos damos cuenta, sino a medida que van pasando las experiencias en los días, semanas y meses: nos duele la separación familiar; nos pesa todo lo que contiene el nuevo sistema en el que estamos inmersos; identificamos la prioridad de sobrevivir satisfaciendo las necesidades básicas; y en fin, con dolor se sigue ese largo, dificultoso y por demás complejo proceso de adaptación o choque con la nueva cultura; mucho más si no se tiene capacidad para resolver las dificultades...
Pero aquí, allá, está el inmigrante echándole ganas, con el apoyo de amigos copoblanos o familiares, entregándose a la causa de su sueño.
No es menos cierto que a pesar del apoyo, el inmigrante tiene períodos tormentosos...
Todo eso, va dando forma al nuevo ser que lidiando con la nostalgia, el recuerdo de la familia, el amor al terruño, algún amor dejado bajo promesa, su soledad, el desconocimiento del idioma, hábitos y costumbres a veces incompatibles con los de la nueva y diferente sociedad etc. logra obtener algún documento que le permite trabajar, CON GRANDES RIESGOS ENCIMA; SI PORQUE EL DOCUMENTO IDENTIFICATORIO QUE LE DABA OPCION PARA OBTENER LA LICENCIA O BREVETE PARA CONDUCIR YA NO PODRA OBTENERLA POR LOS NUEVOS REQUISITOS EXIGIDOS, APROBADOS POR EL ESTADO.
Muchos tienen carro, pero no tienen licencia. En esta situación van conduciendo sin licencia o brevete, agregando a su situación un nuevo riesgo , que no lo vemos como aventura o desafío irracional sino como la temeraria respuesta a una necesidad de sobrevivir, con su enorme secuela desde luego; O en otras circunstancia, sin carro, pero movilizándose; o en otras veces sin carro, pero asistiendo al trabajo gracias al “raid” que le dá el amigo, familiar o compañero de trabajo, actividad infaltable que es una real “institución”...
Así, puede ir al “jale” y regresar a su hogar...
Los sociólogos especializados en esta fenomenología tienen mucho que decir, aún cuando al parecer más han dicho algunos escritores que escuchando experiencias lo han volcado en sus libros, y han obtenido hasta premios, porque esto, la vida del inmigrante resulta novedoso, y motiva la lectura porque al final, se trata de asuntos de gente que sufre, que se enfrenta a sistemas establecidos, y que muchas veces muere en el trayecto del cruce, o es vilipendiada bajo diversas modalidades, y esto es como un libreto que con dolor, difundido, agrada conocer.
Así se van cimentando en la ciudad donde fue puesto, o donde habrá de establecerse con mayor conocimiento de esta nueva realidad. Si, y aquí están.
Aquí están los inmigrantes con sus propios elementos culturales, con sus costumbres, sus hábitos arraigados por generaciones, diferentes a los de la sociedad receptora, de los cuales no se desarraigan, se mantienen; hasta cuando? no lo sé.
En fechas especiales hay gente e instituciones que vuelcan la tradición, los bailes, las reuniones donde el inmigrante tiene la oportunidad de revivir, en tierra distinta y ajena, lo que vió y vivió allá en la lejana patria. En estas fiestas se hacen prevalecer los sentimientos patrióticos al punto que ello da cierta tranquilidad momentánea al criterio de raza e identidad.
Hay quienes se adaptan rápidamente, otros demoran, alargándose, en estos, el sufrimiento, el dolor...
El choque y la desadaptación van de la mano con la desorientación. Es en estas circunstancias, en que la iglesia y otras organizaciones defensoras de los derechos de los inmigrantes otorgan paliativos de esperanza...

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